“Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino” Mahatma Gandhi
Hoy vas a conocer la historia de marca Arch Coaching, una empresa amiga a la que le tenemos infinito cariño. El ser humano es un animal comunicativo. A través del lenguaje se reconoce a sí mismo, reconoce a los otros y es capaz de relacionarse, crecer y avanzar. Conocer y saber aprovechar el poder de la palabra es una de las claves del éxito personal; una palabra es como una molécula de aire y cientos de ellas pueden mover montañas.
Arquitectura de las palabras
Esta historia empieza en la ciudad de Telde, en Gran Canaria, cuna de grandes artistas y, durante muchos años, lugar de obligada visita para las mentes inquietas y creativas. Aquí nace Luis Antonio González Pérez, aquí transcurre su infancia, su primera juventud y aquí se nutre de una gran variedad de manifestaciones artísticas y culturales.
El padre de Luis Antonio es historiador de arte y su madre es una ejecutiva de empresa apasionada de la literatura y la pintura. Le inculcan un gran interés por la lectura y el arte. “El arte nutre nuestro espíritu y nos eleva”, dice su padre. “cuando la realidad nos agobia, la fantasía y el poder de soñar pueden ayudarnos a crear una realidad mejor”.
Desde los seis años de edad Luis Antonio pasa las tardes practicando piano en el conservatorio y los fines de semana sus padres le inician en el deleite de la belleza y la plenitud del arte
Poco a poco se percata de que existe un nexo común en todas las manifestaciones artísticas: un lenguaje libre, completamente creativo, que conecta lo fabuloso con lo real, lo onírico con lo práctico. Un lenguaje que forja todo tipo de instrumentos y recursos para abrirse paso y construir realidades sólidas. Pero Luis Antonio en esta época aún es muy pequeño para entender este fenómeno de manera racional y extraer conclusiones.
A los diez años empieza a leer los libros de poemas que se regalaron sus padres a lo largo de su noviazgo
Bécquer, Machado, Neruda, Rubén Darío, Gil de Biedma, Tomás Morales, Saulo Torón… Pronto surge en él la necesidad imparable de leer más y más, descubrir los porqués de cada texto, los porqués de cada imagen literaria, cada significado, cada palabra. Entiende que las palabras están vivas, tienen memoria, tienen una intención propia y son capaces de crear sensaciones, emociones y acciones. Y un día, cuando ya contaba con dieciséis años de edad, le dice a su padre: “Papá soy poeta. Entiendo y digiero el mundo en palabras. Creo que soy capaz de encontrar la belleza en lo mínimo y salvar los vacíos escribiendo”.
Su padre aprovecha para preparar dos infusiones y lo invita a una larga conversación en el salón
Ese día, todos los mensajes que había escuchado sobre el arte, la música, la pintura, la poesía… comienzan a cobrar un sentido muy concreto para Luis Antonio. El aprendizaje que formó parte de su infancia igual que el agua, el aire o las calles de piedra de la ciudad de Telde, se convierte en una realidad concreta capaz de brindarle explicaciones precisas sobre sí mismo, sobre los demás y sobre el mundo. Y ese día supondría un punto de inflexión para él, un antes y un después; el principio de una intención poderosa e imparable: aprender a dominar a las palabras.
A los diecisiete años y después de siete años leyendo, estudiando y tirando borradores, Luis Antonio publica su primer poemario
Meses después funda la asociación de jóvenes escritores Aenigma. La crítica literaria se deshace en halagos hacia su ópera prima. Y tanto escritores como personalidades de otras disciplinas manifiestan un gran interés por el proyecto: un punto de unión entre la palabra y el crecimiento personal y artístico. Un lugar de encuentro e intercambio para jóvenes creativos que hallan en el poder de la palabra una fuente de inspiración y superación.
“Es una lástima que no exista una asignatura específica que nos enseñe la trascendencia del lenguaje y su implicación en los procesos creativos y personales de la gente”, repite Luis Antonio en entrevistas de prensa, radio y televisión. “Aenigma no pretende suplir esta carencia pero sí ofrecerles recursos a los jóvenes que se han percatado de ella y quieren explorarla y sustituirla por conocimiento y creatividad. Los jóvenes escritores no pretendemos ganar nobeles, simplemente aprendemos y crecemos a través de la palabra, que ya es mucho”.
A los veinte años Luis Antonio se traslada a Madrid
Atrás quedan las calles empedradas, los edificios coloniales, el silencio de las madrugadas, la primavera perenne y la calidez humana de las familias que llevan generaciones acompañándose. Madrid le enseña un estilo de vida completamente distinto al que él conoce, por no decir antagónico; la soledad que se fragua entre la multitud, los motores que no callan ni un segundo, las prisas, los maletines que cruzan de una calle a la otra con más conciencia de ser que sus propietarios, le conducen a dos años de recogimiento y reflexión.
Apenas sale si no es para acudir a su puesto de trabajo y realizar labores imprescindibles
Pasa meses y meses observando a la ciudad desde la ventana, encuentra un poco de paz en el parque del Retiro y en las reuniones que de tanto en tanto mantiene con otros artistas. Ocupa un puesto de comercial en una gran empresa y necesita volver a entenderlo todo otra vez para seguir avanzando y prosperar. Ni la ciudad ni su lenguaje extraño e inconcluso pueden dominarle; tiene que recuperar las riendas y lo hace, como no podría ser de otra manera, a través del poder de la palabra.
-La gente se comunica mal y se hace daño sin necesidad con las palabras -le comenta a un amigo en una ocasión -. Jamás he visto semejante aglutinamiento de gente expresándose desde lo que no quiere.
-Sí; son vicios -responde su amigo -. Lastres. La gente no se para a pensar demasiado en lo que quiere y se deja llevar por los tópicos y las creencias de otros.
-No, pero yo no voy al pensamiento ni a las creencias; estos son consecuencias -insiste Luis Antonio -. Voy al lenguaje. Me refiero al lenguaje. A la forma de hablar de la gente. Si me dieran un céntimo por cada no que he escuchado durante estos años podría comprarme un coche. La gente pone noes delante de afirmaciones o lo que es peor, sustituye la afirmación por su réplica negativa. Tengo una amiga que dice serdemasiado transparente y lo entiende como un defecto. Y esto es ilógico: se es o no se es transparente. Nadie es demasiado ni poco transparente. Y la transparencia es una cualidad; no constituye por sí misma un defecto ni una virtud.
-Sí. Es justamente lo que te estoy diciendo: vicios y lastres -repite su amigo -. En América hay una disciplina que está poniéndose muy de moda y trata este tema –continúa -. Se llama Coaching y viene siendo una manera de rectificar vicios. Básicamente es eso pero ya sabes, los americanos le dan a todo mucho bombo y aquello se vende como la panacea.
Se queda con esta información y al día siguiente empieza a investigar
Lee sobre neurociencia, psicología, pedagogía y analiza la manera en la que el Coaching americano integra estos conceptos. Hay una premisa del Coaching americano que choca contra sus creencias y todo lo que había aprendido hasta entonces: “Cualquier cosa que desees puede ser posible”.
Así que continúa con las investigaciones y descubre el Coaching europeo, mucho más afín a sus creencias y a su sentido de la lógica
Todo es posible, sí; siempre y cuando entendamos a la materia prima, las cualidades que lo hacen posible. Conocer las limitaciones y los talentos ocultos y orientarlos de manera realista hacia la consecución de objetivos es la clave del éxito.
Y aquí empieza un nuevo e interesante giro profesional
Por estas fechas se dedica a la captación y seguimiento de cuentas en la gran empresa nacional en la que empezó a trabajar cuando llegó a Madrid; observa con detenimiento las situaciones comunes que frenan el desarrollo personal y profesional de la gente y las instituciones: dificultad para tomar decisiones, dificultad para fijar metas vitales e integrarlas en la consecución de objetivos profesionales, dificultad para combinar habilidades y valores con las metas vitales, dificultad para entender las cualidades de uno mismo como valores y fuentes de oportunidades. Finalmente, infelicidad.
Luis Antonio integra en su proceso formativo todas las situaciones laborales que observa, comienza a concebir la posibilidad de crear su propio negocio y plantea los puntos en común y compatibilidades que este proyecto compartiría con su actual trabajo.
En uno de sus viajes a Canarias, ya con veintiocho años cumplidos, una decena de poemarios publicados y menciones en varias antologías de lengua hispana, vuelve a reunirse con su padre
Ocurre en el mismo salón en el que mantuvo aquella decisiva conversación que lo llevó a embarcarse en el mundo de la poesía, pero en esta ocasión frente a dos copas de vino del país.
-Estoy pensando en dar un paso más, Papá. Creo que puedo exigirme más y conseguir que la palabra tenga un sentido pleno en mi vida.
Su padre lo mira de reojo y esboza una sonrisa cómplice.
-Eres poeta, vas a ponencias y recitales, trabajas de comercial… ¿Qué más quieres hacer con la palabra? – pregunta en tono irónico -. Si es que la vas a gastar, “de tanto usarla”, como dice tu madre; te pasas el día hablando.
-Precisamente. Mira tú por dónde, por ahí van los tiros. Voy a hablar menos y a escuchar más.
El padre se echa hacia atrás y suelta una carcajada.
-El clima de Madrid te está sentando muy mal. Yo sabía que con los años iba a pasarte factura.
-Estoy hablando en serio.
-¡Y yo también!
-Voy a escuchar a las personas. Voy a ayudarlas a cambiar su manera de hablar y pensar y voy a ayudarlas a alcanzar sus metas.
El señor González padre se acaricia el mentón, cruza las piernas y apoya un codo sobre la rodilla que queda doblada en el aire.
-Las personas necesitan soñar más, hijo. Eso es lo que necesitan, soñar más y creer en la fantasía; leer más, ir a más museos, escuchar más música. Ese es el mal de ahora. Mucho alimento para la barriga y el cerebro y poco alimento para el espíritu. Todo el mundo está siempre demasiado ocupado.
-Bueno, papá; si una persona toma consciencia de que la realidad que ha creado no es la que necesita y la que quiere y…
-Entonces, si entiende que se ha equivocado y su realidad le agobia, que sueñe –interrumpe el padre descruzando las piernas, girándose hacia la mesa y volviendo a llenar la copa de vino.
Luis Antonio baja la mirada y niega con la cabeza. Está a punto de estallar de la risa; su padre nunca se había referido a la realidad como algo único, común y objetivo. “cuando la realidad nos agobia, la fantasía y el poder de soñar pueden ayudarnos a crear una realidad mejor”, recuerda y observa a su progenitor, que ahora descansa la copa de vino sobre la mesa mientras pierde la mirada detrás de los grandes ventanales. Siempre se había referido a la realidad que cada uno es capaz de construir; la realidad que mal entendida agobia y sigue siendo la misma que nos hace felices cuando, a través de la capacidad para soñar y encontrar nuevos caminos, nos atrevemos a crear.
-Precisamente quiero hacer eso, Papá. Reconciliar a las personas con sus sueños y con su capacidad para tenerlos.
El padre sonríe, vuelve a agarrar la copa de vino y la levanta.
-Pues brindemos. No sé cómo carajo vas a conseguir eso; pero, de todas las ideas que has tenido en tu vida, me parece una de las mejores.
Casi un año después de aquella conversación Luis Antonio pone en marcha Architectural Coaching
Arquitectura del pensamiento y la acción a través del poder de la palabra. Su nombre comercial, abreviado, es Arch. Coaching: un proyecto nacido para facilitarles a las personas e instituciones recursos que encaminan el lenguaje y el pensamiento hacia una sola meta: avanzar.
Aquí tienes el enlace directo a su web:
Y aquí información para acceder a una primera sesión de Coaching con Luis Antonio completamente gratuita:
http://archcoaching.net/atrevete-a-sentir-el-poder-del-cambio/
Texto: Judith Bosch. IMGENIUZ.